martes, 16 de junio de 2009

Si los socialistas dejaran de enredar


00:36, por Manolo Saco

Hay gente muy exagerada, y Mariano Rajoy no la soporta. Él pertenece a esa camada de patriotas, de personas normales, que no se inmutan ante la maledicencia, vengan de donde vengan las acusaciones, sean de policías, jueces o fiscales, todos ellos conchabados con el gobierno socialista, como en el 11-M.

El presidente del PP es el hombre tranquilo que prefiere creer en las versiones delictivas del caso de la hija de Manuel Chávez, que no se encuentra en ningún juzgado, a considerar un caso de corrupción la trama Gürtel en la que están implicados destacados miembros de su partido.

Uno sólo cree en sus propios dioses. La fe es así. Unas veces mueve montañas, y otras mueve a risa. Es lo que se conoce, digo yo, como libertad de conciencia. Cuando el contubernio político-fiscal-judicial-policíaco pilló a su tesorero, Luis Bárcenas, y demás compinches con las manos en la masa, la fe de Mariano le llevó a declarar estar “convencido de que nadie podrá probar que no son inocentes”.

Pero el juez instructor del Tribunal Superior de Madrid no debe de ser un buen creyente, además de un terco. Ha pedido por escrito que, con carácter de urgencia, el Tribunal Supremo asuma las diligencias contra los aforados Luis Bárcenas, el diputado Jesús Merino y el ex eurodiputado Gerardo Galeote, que podrían haber incurrido en delitos de cohecho y contra la Hacienda Pública.

Y yo ya no sé qué pensar. No sé si pedirle a Zapatero que deje de enredar, porque cuanto más nos acercamos a las fuentes de corrupción, digo de financiación, del PP, mejor les va en las elecciones. Y, con dos años más robando, la victoria la tienen asegurada.
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Meditación para hoy:

Con la venida de la crisis, todos los gobiernos, sean de derechas o de izquierdas, están aplicando la misma receta, en mayor o menor medida: más inversión pública para crear empleo, aún a costa del déficit público. A excepción del PP, habitado por el hombrecillo insufrible, el héroe de las Azores y líder del credo ultraliberal, abolicionista de impuestos, nadie más pone en duda que las recetas neoconservadoras que nos han traído estos lodos jamás nos sacarían del pantano. O te pides ser bombero o te pides ser pirómano.

Pero un país puede soportar un déficit público en pequeñas dosis. Si te pasas, es veneno. Por eso el gobierno ha decidido gravar el tabaco y los combustibles, porque de alguna manera hay que financiar las políticas sociales de defensa de los trabajadores, los únicos que no nos metieron en esta crisis.

Menos humos, menos CO2. Pero quizá también menos consumo. Está visto que sólo dejamos de fumar cuando nos vemos en peligro de muerte.

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