A casi una semana de lo acontecido en Ecuador, la sociedad latinoamericana sigue estremecida sintiendo lo frágil que puede ser la Democracia en estas tierras. Me sorprendió y a la vez alegró que el pueblo ecuatoriano, cuando quería sacar y proteger a su Presidente del hospital tras ser brutalmente agredido por las fuerzas policiales, se acordase de Honduras. No querían que se repitiese la reciente historia que se vivió aquí.
Pude seguir en la televisión los emocionantes y en ocasiones espeluznantes momentos que hicieron temblar la Democracia en Ecuador. La salida del Presidente Correa a la carrera entre disparos es algo que corrobora un Golpe de Estado en toda regla, y no sólo un “intento” como calificaban algunos medios. Todo probablemente tejido por el líder de la oposición y a la vez ex-presidente de la República Lucio Gutierrez. Y es que, una vez más, cuando la derecha no obtiene el poder mediante las urnas, no duda en coger las armas y acabar con todo el aparato democrático con tal de ser quienes impongan sus políticas autoritarias y de vasallaje.
Porque sí, con la Edad Media pudo acabar con el rol entre vasallos y señores feudales, pero en esta parte del mundo es distinto. Las políticas de los países se siguen decidiendo entre un grupo de empresarios, afines a partidos políticos y que mueven los hilos de esa gran mentira que aquí llaman Democracia. Porque en Honduras no hay Democracia, después de más de un año, sigue habiendo un régimen nacido de un Golpe de Estado contra un presidente legítimo.
Nos sirva lo vivido en Ecuador como un ejemplo de un pueblo que estaba con su Presidente y con una Democracia auténtica, todo un ejemplo para Latinoamérica.
Aquí, en Honduras, la vida sigue para bien o para mal, pero con la esperanza de un Frente con aspiraciones a enseñar a una sociedad cómo se debe proponer desde el pueblo y junto al pueblo.
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