viernes, 7 de septiembre de 2007

Armas fuera de control


Las bombas de racimo suponen un peligro inmediato para los civiles durante los ataques debido a su imprecisión y a su amplio patrón de dispersión.

Tras el conflicto, las municiones del racimo suponen un peligro permanente a causa del alto número de munición similar a las minas antipersona que siembran el paisaje.

La forma y el reducido tamaño de las municiones en racimo resultan llamativas para los niños, quienes las confunden con juguetes. Los niños suponen el 60% de las víctimas de las bombas de racimo en Irak después de que Estados Unidos arrojara 61000 bombas de este tipo conteniendo más de 20 millones de submunición entre el 17 de enero y el 28 de febrero de 1991.

Las bombas de racimo abandonadas tras el conflicto matan y hieren a civiles que están intentando reconstruir sus vidas tras el conflicto.

Las submuniciones del racimo siembran pequeñas ciudades, granjas y campos impidiendo a la gente recolectar las cosechas o utilizar sus tierras durante décadas tras el fin del conflicto.

Las bombas de racimo han sido utilizadas y han causado daños a civiles en Afganistán, Albania, Bosnia y Herzegovina, Camboya, Chad, Chechenia, Croacia, Etiopía, Eritrea, Irak, Kosovo, Kuwait, Laos, Líbano, Montenegro, Pakistán, Serbia, Sudán, Siria, Vietnam y el Sahara Occidental.

Miles de millones de submuniciones están almacenadas en 75 países del mundo.



Desde mi blog me suscribo a la propuesta de Francisco Polo para el fin de este tipo de armas, más información en



http://www.cosasdeladiplomacia.info/

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